Alumnos del IES Alventus en Ébora



El próximo día 21 de junio, los alumnos de 1º de bachillerato del I.E.S. ALVENTUS de Trebujena, en colaboración con la librería sanluqueña FÓRUM LIBROS, llevaremos a cabo un proyecto de "ARTE EN LA TIERRA" en el histórico cortijo sanluqueño de ÉBORA, un lugar con una importante ocupación humana desde el neolítico, puerto iberoromano y muy conocido por ser el lugar donde apareció el tesoro tartésico que lleva su nombre ( declarado Zona Arqueológica por la Junta de Andalucía).

Se trata de aprovechar dos grandes círculos en forma de ojos que aparecen en una ladera del cortijo de Ébora orientada al este y visibles desde la carretera que une Trebujena con Sanlúcar, para realizar un ambicioso proyecto artístico consistente en pintar sobre ellos, con carácter efímero, los trazos de los ojos-soles tallados en los ídolos calcolíticos que nos legaron los primeros pobladores de nuestra tierra.

Queremos así rendir tributo, en el solsticio de verano, a estos primeros andaluces que, a través de los ídolos oculados (esas esculturas cilíndricas en piedra con enormes ojos que aparecen en los bordes del antiguo lago origen de las actuales marismas del Guadalquivir), representaron y nos supieron transmitir su veneración por esta naturaleza fértil y mágica del valle del Guadalquivir, como primera manifestación de su carácter sagrado, que está en los orígenes y en la esencia de las creencias de nuestro pueblo. Esta actividad será realizada por los alumnos de 1º de bachillerato del I.E.S. Alventus, bajo la dirección de su profesora de Arte, Ana María Cuevas, y cuenta con la colaboración de la librería sanluqueña "FÓRUM LIBROS".

A continuación, el texto que para esta actividad han preparado los alumnos que participarán en ella y fotografías de la zona donde desarrollaremos este proyecto durante la mañana del día 21 y que esperamos esté terminado sobre el mediodía.

TEXTO REALIZADO POR LOS ALUMNOS

Este texto se llama TIERRA, AGUA, TIEMPO Y LUZ.

La actividad que hoy nos reúne aquí pretende ser un homenaje a la tierra en la que vivimos. Una tierra generosa, amable, cálida y hospitalaria. Porque hay pocos lugares tan enigmáticos y tan míticos. Quizá el Estrecho de Gibraltar y la Bahía de Cádiz también lo sean. Pero la Desembocadura del Guadalquivir tiene algo diferente: es un mundo donde se conjugan el final del mundo y el principio de otro. Un río, y pocos tan cargados de historia como el Guadalquivir, es una línea que separa el final de un trayecto y que se abre a la inmensidad del horizonte. Y es aquí dónde vivimos, en este espacio donde se mezcla el final y el principio; cada punto de nuestro espacio, de nuestra tierra, se disuelve en cada horizonte, en cada atardecer.

Pero la tierra se mezcla con el agua. El río se mezcla con la tierra y aparecen las marismas, y el horizonte se hace agua. Barro que forja tierra, tierra que se disuelve en agua. Río que se expande por la tierra y se hace tierra. Viento de poniente que llena de agua la tierra, que la humedece y la hace fértil. Tierra que se hace viña y que se convierte en uva. Y uva que se hace mosto. Así es, como el barro que somos, como el agua que hace nuestro mundo, un año y otro año.

Porque la tierra se amasa con el agua en el umbral del tiempo. Y es que el tiempo ha sido la consigna del río, que se ha ido transformando y cambiando en los meandros del tiempo. De un lago a una desembocadura, de un río a una marisma. Y todo esto al ritmo de la llegada de los ánsares y los flamencos, pausado pero sin pausa, como si no pasara.

El tiempo también corre paralelo a río. Tartessos, los fenicios, los turdetanos, los romanos, los árabes pasaron por el río igual que los barcos que llegaban de América, igual que Colón que salió de Sanlúcar para el tercer viaje y vio aquí el mar por última vez, igual que Magallanes que salió de aquí para dar la primera vuelta al mundo. Todos son manecillas del reloj que gira al ritmo de marea.

Y el tiempo se hizo luz. Tiempo que mira al sol como un ídolo con ojos solares, como si la luz del sol se quedara prendada en la marisma. Luz que se adoró en “La Algaida”, ya fuera llamada Luz Incierta (Lux Dubiae) o Tempo del Lucero de la mañana (Luciferi Fanum), ya fuera el sol o el planeta Venus.

Esto somos nosotros, esta extraña mezcla de tierra, agua, tiempo y luz.

Estamos aquí para juntar todo esto, para jugar con todo esto. Mezclemos la tierra con el tiempo, el agua con la luz. Para homenajear a las antiguas culturas que vivieron aquí y a nuestro paisaje, nos reunimos hoy para hacer una actividad en la línea del Arte de la Tierra. Usar la naturaleza como un lienzo o pintar piedras, y así componer dos grandes ojos solares en la tierra.

¿Quién sabe? Con esos dos grandes ojos, ¿vemos a la tierra o es la tierra la que nos ve?.


Ha sido para mí emocionante compartir esta experiencia con el I.E.S Alventus y me siento muy orgullosa de que mis piezas hayan sido seleccionadas para regalos de profesorado y alumnado participantes.

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